La primer palabra. Los nervios previos a pronunciar el “te quiero”, mirando a los ojos. Cuando se aprende a caminar. La vida. Momentos de alegría, felicies, y otros tantos de dolores, tristes.
Aquello que rompiste en tu niñez, por travieso. El raspón por creerte audaz e invencible. Los besos de la adolescencia, y las citas por los escondites del barrio.
La ansiedad con la que esperaste un cumpleaños, te divertiste, y agradeciste tantos regalos; o el día que estuviste tan lejos de tu casa, y pensaste que era el mejor vieje.
La vida. ¿El dolor será una sensación o una espina? ¿Has aprendido a mirar? No se puede respirar y sentir, a la vez. Pero es la vida.
Las sonrizas suspicases, los besos que te acariciaron el alma, las lágrimas que construyeron tu derrumbe, y cuando fuiste cómplice de tu astucia, el desafío de vivir. ¿Lo elegiste? Yo se que sí.
Ver, hablar, caminar, reír, llorar, gritar, correr, soñar. ¿Dónde vas a conservarlo?
Son los verdaderos recuerdos. No están retratados en fotos, ni dibujos, porque fueron reales.
No es ninguna imagen. Es aquello que atesoras en tu mente, y guardas en tu corazón. Los verdaderos recuerdos, la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario