Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, empecé a
soñarte. Te sentí en unas pataditas, y la ansiedad de conocerte crecía a pasos
agigantados. Llegaste a este mundo Sarita y nos llenaste de luz.
Yo conozco a la mujer que te tuvo en su panza. Te diría que
ella te estuvo añorando por más de 30 años. Y aún así fuiste su milagro, su
luz, su razón de vida.
Esa mujer te habló cada mañana. Disfrutó sentirte, te llevó
a los paseos más hermosos del mundo, y tocó su panza cada minuto de tus semanas
de gestación, para que vos también puedas sentirla.
Yo conozco a la mujer que te dió a luz. Es la mujer que te
peleó. La que se puso delante tuyo como el chaleco absorbente de dolor más
fuerte del mundo, y nada malo pudo tocarte. Ella es preciosa, ya verás Sarita
un recuerdo. Joven, arreglada, sonriente, radiante, entregó su cuerpo entero
porque llegues bien al mundo. Nada fue más que vos.
Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, vi tu
camino. Solo tendrías amor.
Yo conozco a la mujer que te alimentó el primer mes. Estuvo
llena de miedos. Temores que quizá hasta el día que tú seas madre no puedas
entender, que quizá ni yo termino de imaginar, pero te aseguro Sarita, esa
mujer enfrenta uno por uno cada obstáculo en plena entrega de su vida por vos.
Esa mujer es una leona que con garra y corazón saca fuerzas de donde no tiene.
No le importó su descanso, sí que duermas bien. No le importó su cuerpo, tu
alimento no tuvo restricción de hora ni lugar.
Yo conozco a la mujer que calmó tus llantos de Julio. La
mirada enamorada, la canción improvisada, la sonrisa de azúcar y los brazos de
pulpo. Mil ocupaciones a la vez y tu ritmo, tu ritmo Sarita, ella te lo cumple
a régimen, a tu mando.
Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, supe
Sarita que tendrías para vos, a la mejor leona de esta selva llamada mundo.
Hija de leona mi Sarita, yo conozco a esa mujer, tu madre,
tu guía, tu calor para el frío y tu frío para el calor, tu abrigo y tu brisa,
tu mejor vestido, tu mejor ejemplo y tu héroe. Hoy, en estos últimos días del
frío invierno, tengo la plena certeza de que Dios y la Virgen te eligieron para
ella y eligieron a ella para vos. En su abrazo, de su mano, siempre tu vida
solo podrá ser hermosa.
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A Sarita Pfister.
Leona e hija de leona, las ama, con su alma entera, la tía
Cele.