lunes, 17 de enero de 2022

EN COLORES


El abrazo más fuerte, un beso en el rincón y mi mano acariciando tu cabeza.

El verde esmeralda de mi paisaje más soñado.


Esos mates que cambien tu mañana, y el deseo secreto que elijas para brindar.

Un cielo azul que no parece tan lejano ni tan oscuro.


Mirarnos cómplices, socios de astucias o compañeros de ruta.

Naranja, el juego animal, el león y la leona que se revuelcan por instinto y se miman por corazón.


Quiero patear el tablero de los monstruos que no puedas eliminar, extinguir sus dagas y puñales.

Que las heridas violetas cicatricen y no puedan regresar.


En la primera línea de combate y espalda con espalda, a ninguna batalla se le teme. 

Son tus palabras exactas para creer que cada tormenta gris será pasajera y habrá un sol.


Con un apretujón fuerte y tu mano en mi rodilla, los viajes son estrellas fugaces.

Y hasta pueden volverse rojos, desatando la pasión de estar juntos, una vez más.


Me encanta verte reír, mi rock amarillo, hasta en todos los colores de las manías y enojos.

Agarrada de tu brazo, el caminar la ciudad puede ser un mundo divertido y hasta de paz.

miércoles, 19 de mayo de 2021

Yo conozco

Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, empecé a soñarte. Te sentí en unas pataditas, y la ansiedad de conocerte crecía a pasos agigantados. Llegaste a este mundo Sarita y nos llenaste de luz.

Yo conozco a la mujer que te tuvo en su panza. Te diría que ella te estuvo añorando por más de 30 años. Y aún así fuiste su milagro, su luz, su razón de vida.

Esa mujer te habló cada mañana. Disfrutó sentirte, te llevó a los paseos más hermosos del mundo, y tocó su panza cada minuto de tus semanas de gestación, para que vos también puedas sentirla.

Yo conozco a la mujer que te dió a luz. Es la mujer que te peleó. La que se puso delante tuyo como el chaleco absorbente de dolor más fuerte del mundo, y nada malo pudo tocarte. Ella es preciosa, ya verás Sarita un recuerdo. Joven, arreglada, sonriente, radiante, entregó su cuerpo entero porque llegues bien al mundo. Nada fue más que vos.

Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, vi tu camino. Solo tendrías amor.

Yo conozco a la mujer que te alimentó el primer mes. Estuvo llena de miedos. Temores que quizá hasta el día que tú seas madre no puedas entender, que quizá ni yo termino de imaginar, pero te aseguro Sarita, esa mujer enfrenta uno por uno cada obstáculo en plena entrega de su vida por vos. Esa mujer es una leona que con garra y corazón saca fuerzas de donde no tiene. No le importó su descanso, sí que duermas bien. No le importó su cuerpo, tu alimento no tuvo restricción de hora ni lugar.

Yo conozco a la mujer que calmó tus llantos de Julio. La mirada enamorada, la canción improvisada, la sonrisa de azúcar y los brazos de pulpo. Mil ocupaciones a la vez y tu ritmo, tu ritmo Sarita, ella te lo cumple a régimen, a tu mando.

Desde el día que tu mamá me habló de tus latidos, supe Sarita que tendrías para vos, a la mejor leona de esta selva llamada mundo.

Hija de leona mi Sarita, yo conozco a esa mujer, tu madre, tu guía, tu calor para el frío y tu frío para el calor, tu abrigo y tu brisa, tu mejor vestido, tu mejor ejemplo y tu héroe. Hoy, en estos últimos días del frío invierno, tengo la plena certeza de que Dios y la Virgen te eligieron para ella y eligieron a ella para vos. En su abrazo, de su mano, siempre tu vida solo podrá ser hermosa.

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A Sarita Pfister.

Leona e hija de leona, las ama, con su alma entera, la tía Cele.

lunes, 12 de abril de 2021

Ring raje

Te dije ‘te quiero’
y traté de salir corriendo,
trabando la puerta.

Fallé.
Te había dejado las llaves.

Creo que me desnudé frente a vos,
enojada conmigo,
impulso ciego, 
pero no pude sostener más
la capa de cemento que como aura
fingía no sentir.

Es que cuando te dije ‘te quiero’
una parte de mi alma, 
un yo verdadero,
rompió la cerradura.

No sé si acerté,
pero tuve una sola certeza: te perdía
en lágrimas impotentes,
asustada.

El maldito miedo, como monstruo, 
como la peor tormenta.

Entonces, te dije ‘te quiero’
y corrí al abismo.

Me tiré.

Ahí vos,
con la delicadeza del sol de otoño
y la claridad de la luna sobre el mar,
me tendiste tus brazos.

Un abrazo de león, 
y mi alma denuda, conecta con tu paz.

Despego del mundo,
lo detengo solo para disfrutarte, 
como si cada segundo fuera eterno y fugaz.

‘Te quiero’,
es porque no puedo esconderme de mí.
Porque en tus sonrisas
el horizonte es perfecto.
Porque en tus ojos, 
el planeta es un hermoso lugar.
Porque en mi rinconcito
acurruco mis labios.
Porque así como sos,
es como me gustas,
y no negociaría cambiarte
ninguna moto de todas a las que te subís.

Frágil ring raje, 
ante tus puertas tan blindadas.

Hoy es más.
Cuando te diga que ‘te quiero’ 
-transparente- 
quiero, robarte un beso.
En la tierra o en un sueño.


domingo, 1 de noviembre de 2020

Hombre de cristal


Cuánto cabía en vos, 
hombre de cristal.
Cuando amaste, 
te abrazaste a ella 
con todo tu ser
y tu vida,
que fue ella,
se fue con ella también.

Cuánto no supe de vos,
hombre de cristal.
Guardaste todo tu dolor,
como eso único 
que no querías compartir.
En verdad, el dolor 
fue lo que nunca quisiste darnos.

Qué alta dejaste la vara,
hombre de cristal.
Te brindaste al mendigo
y te enfrentaste al poderoso.
Demostraste que la honra
era ser limpio en el deber,
comiendo lo justo,
sin avaricias ni apariencias.
Y la humildad 
fue tu luz,
un faro gigante.

Cuánta siembra hiciste,
hombre de cristal.
Todavía se pueden ver tus lágrimas,
esas en silencio,
con tu mano tapando la boca,
queriendo esconderse,
porque eran emoción,
eran de la felicidad.

Tu felicidad, hombre de cristal,
fue tu trascendencia.
Era la sonrisa de un nieto
al mirar el tigre del zoológico.
Era que una nieta cumpla 15 años
y le entregues una flor.
Era ese brindis con ella,
por cada año que habían caminado,
juntos.

Cuánto amor, 
hombre de cristal.
Si una sola cosa le podría pedir al mundo,
sería ese amor tan puro y transparente 
que solo vos diste.
Porque tan sólo si tomabas su mano,
todo lo que necesitabas estaba allí,
todo estaba bien.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Alguna vez

No importa si somos un minuto, o no más de ocho horas. Si el beso que te pido tiene que ser rápido y escondido, si nos miramos cómplices, o tampoco si nos desconocemos absolutamente.

Alguna vez fuimos inquietos como las olas que mueven al mar. Acaricié tu espalda con la meticulosidad de quien acaricia una flor. Y desperté tu sueño con la perspicacia de una niña hostil.

No importa si somos. No quiero etiqueta alguna que como piedra desmorone la montaña. Aislados y verdaderos, llego a la cima cuando recorro tu cuerpo, y bajo cuando se cierra la puerta y vuelvo al mundo vano de la cotidianeidad.

Alguna vez fuimos secreto fugaz, una canción que se perdió en el aire. Entredormida, mi frente guardó tus besos, como pirata viejo apropia un tesoro, su caramelo favorito.

No importa si no me decis que me querés. Yo te puedo sentir. Si me queres poco o mucho, no lo sé saber por palabras de diccionario. En tu sonrisa, esa cerrada pero con muecas en la que he paseado alguna mañana, solo ahí puedo saber disfrutarte.

Alguna vez somos abrazo, y el calor de enredarse jugando a ser la versión original.

Cuando abra los ojos, quiero tocar tu corazón y dar un paseo, por aquel universo que anhelamos también alguna vez.


domingo, 23 de febrero de 2020

Quiero que mires mis ojos

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres, como nos encontró la luna anoche. Perdidos, vagando por el mundo, aceptaste que compartamos pasos juntos, y ahí fuimos únicos, algo así como dos en un millón.

Quiero que sientas mi abrazo, mis ganas de tenerte conmigo, y no dejarte ir. Quiero que me dejes abrazarte fuerte, sacarte esos miedos, que el mundo te impuso.

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres. Tan solo tengo mi corazón, para que puedas sentir que no voy a lastimarte.

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres. No pude sacarte de mi cabeza. Desde que miré tus ojos, tú entraste en mí mente. Te conocí, y te adueñaste de mis sensaciones, las que atesoro en un lugar privilegiado de mi ser.

Quiero que beses mis besos, así como yo besé el tuyo, y te lo robé, con tu más dulce complicidad. Quiero que en mi beso, sientas cuánto me gustabas, desde aquella melodía.

Perdí el juego, ya lo perdí, porque acá estoy, frente a tí, suplicándote que mires mis ojos.

viernes, 12 de febrero de 2016

Delirio

La lluvia que estuvo entre nosotros me dio aviso del riesgo. Un dulce delirio, y un delirio que me golpea sin dejarme evitarlo. El delirio y yo caminamos juntos, como esos deseos que solo crecen. Nos queremos y nos odiamos de un segundo al otro. Nos miramos a los ojos, de frente, como si caminar descalzos por la cornisa fuese el desafío más placentero. Por eso somos una buena dupla. Y el problema pues se asemeja al de un niño jugando debajo de la lluvia, porque se siente fuerte, libre de ser, pleno, con una felicidad que le llena el alma, y porque a la vez es inconsciente de la dimensión del peligro que corre la estabilidad de su vida organizada.
Las estructuras no son para mí, pero en ese encierro caí. No nos correspondemos. No nos quisimos nunca con las estructuras, no pudimos tener piel con eso impuesto por la sociedad, y pese a que lo intente, hoy me encontré a mí misma por unos minutos, y esa sonrisa que se despegó de la tierra, eran mis alas, soñándose verdadera y real. Incluso hasta ahí, me llevaste, maldito delirio.
Quiero abrazar al delirio. Abrazarlo y no dejarlo ir. Entró a mi cabeza sin pedirme permiso. Como ejército romano: firme, completo, y formal. Cada disparo llegó a un destino diferente, pero ya no sé desde cuándo ni cómo, porque mis sentidos mezclaron todo lo que mi cuerpo capturó, y perdió los archivos para no volverlos a encontrar.
Yo conozco a la lluvia que nos persigue. Quiere que el delirio y yo nos besemos, olvidando que no podemos hacerlo. Quiere que yo me anime a aceptar la derrota. Si el delirio así confundió mis sentidos, yo ya quedo sin cartas para jugar, y tengo que fugarme como cobarde al mazo. Y deberé retirarme aunque es lo que no quiero, pero me da miedo todo paso en falso. Entre disparos de fuego, y miradas cómplices, codificando mensajes de polos positivos y negativos, voy conociendo al delirio. La lluvia lo envió a través del mar y lo puso arriba de mis ojos, en un fugaz avión de publicidad, porque sí, porque siempre va a ser secreto. Siempre va a ser una sonrisa guardada y escondida.
Creo, igual, que nos estamos haciendo amigos de porcelana.