miércoles, 26 de diciembre de 2012

Segundos entre brisa serrana

Los momentos más lindos de la vida se guardan en una caja fuerte. Son una especie de sueños que atesoramos. Ya los vivimos, pero creemos que no volverán, y eso nos entristece. La felicidad consta de pequeños segundos: si uno los atrapa, los disfruta, y si los deja ir, los pierde. Son esos segundos en los que jugamos un partido de fútbol con nuestros amigos, y nos sentimos profesionales, los mejores, los ovacionados por una multitud, representada en mamá. Esa mujer a la que nos aferramos tanto… ella es la esencia de nosotros. Sus besos, sus abrazos y sus sonrisas son aquellos primeros segundos donde experimentamos de qué se trataba la felicidad. No se quién sos. No se cómo es tu nombre. No se qué pensás. Tampoco se cuáles son tus colores favoritos o tu música preferida. No se qué películas te gustan. Ni se a qué le tenés miedo. Pero yo conozco tu alma. Llegué a ella atravesando tu mirada que me guió hasta tu caja fuerte, y allí la encontré. Es quien cuida tu tesoro. Con esfuerzo y atendiendo detalle por detalle, alcanza cimas a las que jamás creíste que podías llegar. Y ahora lo podes ver. Lo podes sentir. Es algo cotidiano, a veces nos sentimos tan chiquitos pero a la vez somos tan grandes, porque en realidad el alma, en su interior, es gigante, inmensa. Una brisa serrana me lleva hasta un paisaje único, secreto. Tres paredes escondidas que conocieron tus sonrisas y quizás también tus lágrimas, pero sin embargo, siempre estuvieron allí, fuertes, para darte protección. Son esos lugares de los que uno ya se siente dueño, aunque no nos pertenezcan legalmente, son los lugares a donde nos abrazó el alma, y con eso basta para tener piel, una química única que nos conecte a la par. Por un segundo quiero ir más allá de tu mirada, sólo por un segundo. Esta vez, no voy a decir nada, porque esta vez voy a dejar que me abrace, dos segundos.

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