domingo, 1 de noviembre de 2020

Hombre de cristal


Cuánto cabía en vos, 
hombre de cristal.
Cuando amaste, 
te abrazaste a ella 
con todo tu ser
y tu vida,
que fue ella,
se fue con ella también.

Cuánto no supe de vos,
hombre de cristal.
Guardaste todo tu dolor,
como eso único 
que no querías compartir.
En verdad, el dolor 
fue lo que nunca quisiste darnos.

Qué alta dejaste la vara,
hombre de cristal.
Te brindaste al mendigo
y te enfrentaste al poderoso.
Demostraste que la honra
era ser limpio en el deber,
comiendo lo justo,
sin avaricias ni apariencias.
Y la humildad 
fue tu luz,
un faro gigante.

Cuánta siembra hiciste,
hombre de cristal.
Todavía se pueden ver tus lágrimas,
esas en silencio,
con tu mano tapando la boca,
queriendo esconderse,
porque eran emoción,
eran de la felicidad.

Tu felicidad, hombre de cristal,
fue tu trascendencia.
Era la sonrisa de un nieto
al mirar el tigre del zoológico.
Era que una nieta cumpla 15 años
y le entregues una flor.
Era ese brindis con ella,
por cada año que habían caminado,
juntos.

Cuánto amor, 
hombre de cristal.
Si una sola cosa le podría pedir al mundo,
sería ese amor tan puro y transparente 
que solo vos diste.
Porque tan sólo si tomabas su mano,
todo lo que necesitabas estaba allí,
todo estaba bien.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Alguna vez

No importa si somos un minuto, o no más de ocho horas. Si el beso que te pido tiene que ser rápido y escondido, si nos miramos cómplices, o tampoco si nos desconocemos absolutamente.

Alguna vez fuimos inquietos como las olas que mueven al mar. Acaricié tu espalda con la meticulosidad de quien acaricia una flor. Y desperté tu sueño con la perspicacia de una niña hostil.

No importa si somos. No quiero etiqueta alguna que como piedra desmorone la montaña. Aislados y verdaderos, llego a la cima cuando recorro tu cuerpo, y bajo cuando se cierra la puerta y vuelvo al mundo vano de la cotidianeidad.

Alguna vez fuimos secreto fugaz, una canción que se perdió en el aire. Entredormida, mi frente guardó tus besos, como pirata viejo apropia un tesoro, su caramelo favorito.

No importa si no me decis que me querés. Yo te puedo sentir. Si me queres poco o mucho, no lo sé saber por palabras de diccionario. En tu sonrisa, esa cerrada pero con muecas en la que he paseado alguna mañana, solo ahí puedo saber disfrutarte.

Alguna vez somos abrazo, y el calor de enredarse jugando a ser la versión original.

Cuando abra los ojos, quiero tocar tu corazón y dar un paseo, por aquel universo que anhelamos también alguna vez.


domingo, 23 de febrero de 2020

Quiero que mires mis ojos

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres, como nos encontró la luna anoche. Perdidos, vagando por el mundo, aceptaste que compartamos pasos juntos, y ahí fuimos únicos, algo así como dos en un millón.

Quiero que sientas mi abrazo, mis ganas de tenerte conmigo, y no dejarte ir. Quiero que me dejes abrazarte fuerte, sacarte esos miedos, que el mundo te impuso.

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres. Tan solo tengo mi corazón, para que puedas sentir que no voy a lastimarte.

Quiero que mires mis ojos, quiero que me encuentres. No pude sacarte de mi cabeza. Desde que miré tus ojos, tú entraste en mí mente. Te conocí, y te adueñaste de mis sensaciones, las que atesoro en un lugar privilegiado de mi ser.

Quiero que beses mis besos, así como yo besé el tuyo, y te lo robé, con tu más dulce complicidad. Quiero que en mi beso, sientas cuánto me gustabas, desde aquella melodía.

Perdí el juego, ya lo perdí, porque acá estoy, frente a tí, suplicándote que mires mis ojos.