El destino una vez más me paraliza frente a tus ojos y mi amarte se convierte en un mar de sentimientos que vibran en mí…Te observé, te sentí. Mi corazón cerrado recuperó la vida que alguna vez le brindaste, y latió tanto, que se salió de mi cuerpo. Lo tomé con mis manos y te lo entregué, dejando de ser sarcástica y siéndote sincera.
El recuerdo del año después de esa tarde, en la que ambos éramos distintos del otro, estuvo presente para demostrar el nocivo viraje. Observándote, sentí y ahí estabas, entre la tiniebla y la multitud, único… y letal es la ofuscación que me producís. Se me precipitó el corazón y lo sentí, porque te sentí tan cerca y tan lejos. En el lugar, por alguna ley científica quizás, estaba situado delante tuyo mi esqueleto casi desvanecido por tanta dosis de veneno inyectado en mis arterias.
No pude evitar observarte, porque así era como te sentía, como respiraba sin aire, como me paraba sin equilibrio, como hablaba sin palabras y como era feliz sin felicidad. En mi piel, en cada roce de tus manos con las mías, un fuerte escalofrío sublime y mortal, sacudía mi mente.
Observándote, te sentí. La crueldad de las circunstancias tan solo me provoca impotencia. Las predicciones no fallaban, y esta vez fue la música quien, en vez de guiar a nuestras acciones, se rigió por ellas, nos supo escuchar, respondiéndonos en consecuencia, pintando de colores momentos que quedarán en la magia de esa noche y esos atisbos traicioneros…
Observándote, te sentí, y las palabras no quisieron ser cronistas de lo que mis ojos describían y tus sonrisas suspicaces dibujaban al derretirme por dentro. Fue simplemente una estrella fugaz en un cielo nublado… Nadie pudo detenerse a prestarle atención a la situación, sólo quienes estaban en las nubes descubrieron la grandeza de la inmensidad de los sentimientos latentes. No me importó la duración, fui la actriz perfecta para la más ficticia escena, porque mientras duró pude creer que sería para siempre, y será un sueño más en la colección… un anhelo que no será almacenado por mi memoria sino por mi alma.
Observándote, te sentí, ya que es tu presencia la que en un segundo, con una sonrisa me endulza y con una mirada me asesina. Sentí que nada era fruto de la casualidad y mucho menos de la razón, y, como corresponsal de mi auténtico espíritu confidencial, estoy encargada de preguntar una y otra vez si es irrefutable que los sentimientos, gracias a su magnitud, tienen la capacidad suficiente como para conseguir ciertos imprevistos en esta vida repleta de acontecimientos contingentes y muchas veces manipulados por las personas.
Observándote, te sentí tanto, que poco a poco un pánico seductor invadió mi sangre, endulzándola como la lluvia del caramelo líquido causa encantos en tus labios o así también como el paso de tu mano acaramelada sobre mi brazo izquierdo sensibiliza mi piel.
Observándote, te sentí y la empalagosa pócima de tu esencia, me desconcertó…atrapó todos mis sentidos, y se adueñó de mis sentimientos… los enfrío perezosamente, los congeló y los guardó para hacerlos inmortales, conservarlos y utilizarlos cuando se le antoje, porque siempre le pertenecerán… Le serán tan suyos como los exámenes sin rendir que el viento se llevó olvidando las huellas gravadas en algún corazón valiente.
Observándote, sentí la magia que tienen tus hechizos al enceguecerme y dotarme de la misma sabiduría que tenían los dioses al predecir, advertir, vengar y castigar. Mi venganza será la más terrible, te amaré eternamente. En mi hazaña no serás partícipe ni víctima, serás criminal. En mi hazaña no impones moda, despertarás sensaciones constantemente. En mi hazaña yo seré el sapo que necesitará ser besado para recuperar la belleza que quizá tuvo reflejada en tus ojos. Todo será bizarro y a la vez nefasto, así ya lo estableció el final de la historia. Quemaré mi razón en cada impulso y, con el pasar de las horas, la lucha será un imposible.
En mi desvelo de madrugada, sigo observándote, sintiéndote, anhelándote, extrañándote, amándote, odiándote… y nunca sabré lo que ha sido vivir, porque “perdiendo la cabeza por ti”, “amándote toda la vida”, únicamente podré saber que fui el ser más feliz de la galaxia, observándote. Mientras tanto, las lágrimas turbias recorren velozmente mis mejillas, la sutileza de mi pasajera felicidad colma el recuerdo latente en mí y me enriquece el ánimo.
Los primeros rayos del sol golpean mis ojos, desbrozan mi pensamiento… aterrizo súbitamente, mis pies se ponen sobre la tierra y caminan en busca de un vaso de agua. La lapicera va perdiendo su tinta, ya que las palabras no quieren mostrarse, para no evidenciar su procedencia. Es el mismo impulso de escribir, el que ahora me hipnotiza, me duerme e intenta provocarme un nuevo sueño… Y soñaré entonces para dormir perpetuamente, no despertar jamás y así convertirme en el ángel encargado del placer de protegerte, cuidando tu moral y tu existencia, siguiendo con el rol de observarte y sentirte una vez más...
Observándote pude sentirte y aprendí a hacerlo conmigo misma. Me sentí y descubrí que soy fuerte, porque me bastó mirarte, rozarte, chocarte, desearte, palpitar, temblar, ser libre y esclava, morir y vivir…sólo en un instante a tu lado, para comprobar que nada es porque sí y todo es porque te amo. Fui sólo una chica, parada frente a un chico, observándolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario