lunes, 20 de octubre de 2008

Percepción

A veces las pequeñas cosas como una sonrisa de plástico, o un beso de papel, o un abrazo de chocolate, un arco iris pintado en el cielo, pueden ser más significantes y gratificantes que una palabra comprometida, y hasta vacía... Porque las grandezas, son parte de las pequeñas cosas que hacen al todo... Seres que puedan entender que el mundo cabe en una mano, que la sonrisa es horizonte más perfecto, que las lágrimas son la lluvia más salada y hasta pueden ser dulces... Seres que caminan diariamente por el mismo mundo y logran descubrir que todo lo que necesitamos no esta tan lejos... Que lo más poderoso es sentirse libre de imaginación, y que el mal más fácil es aquel camino mentiroso que jamás tuvo salida...
A veces las pequeñas cosas, son la belleza más potente... A veces en las pequeñas cosas existe la respuesta a las preguntas mas complejas, a veces en la rama de un árbol está el remedio a la enfermedad mas grave del mundo...
A veces en los hechos mas insignificantes podemos hasta salvar una vida, o hasta en una cosita tan pequeña, hay un ser que palpita desde el primer día que lo soñaste... Son las pequeñas cosas de la vida, las que te llevan a destinos que jamás hubieses imaginado que podías llegar, como alcanzar la copa de un árbol con tan solo estirar la mano, cuando antes creías que era demasiado alto y solo podías treparlo... cuando tuviste coraje y te sacaste una astilla sin pedirle a papá que lo haga despacito... Quizás también cuando te atreviste a decirle a ese chico que te gustaba que querías un beso, y perdiste la vergüenza...
Un mundo de pequeñas sensaciones, de diversas emociones, tan pequeñas pero tan llenas de satisfacción te demostraron cosas muy grandes de su ser... porque a veces los tormentos, son los fantasmas mas chiquitos de frustraciones vanas... y solo se superan buscando algo pequeñísimo que no está mucho más lejos que adentro nuestro... Y muchas de las pequeñas cosas diarias, nos demuestran que el mundo es aquel que nosotros creamos..

martes, 15 de julio de 2008

En el tiempo

Caminaría mil veces para atrás para intentar regresar al lugar donde te vi por primera vez… Esas primeras veces que uno jamás olvida, en la que la mente hace una fotografía latente de ese momento, esos colores, esos perfumes, es más, recordas tanto, que la sensación vuelve a vibrar en el alma una y otra vez… Recordar el primer encuentro tan tímido de a ratos, tan especial en su totalidad, besarte y sentirme volando sin nada a mí alrededor…La magia la pusimos los dos, y si queres insistí con la razón, que yo te voy a agotar con el corazón y todo mi aburrido lado poético que me convoca a deshacerme en renglones, una vez más… Porque no hay demasiadas explicaciones lógicas a nuestro destino, me basta saber que simplemente una sonrisa tuya contagió mi día de alegría y que con una caricia inundaste mis ojos de miel.

Regresaría una y otra vez a aquel lugar donde te encontré y donde me encontraste por primera vez; esa tarde que quedaría registrada en un lugar de privilegio en la memoria. Casualidad, destino, Plutonio chocando con Júpiter, Tom corriendo a Jerry, matemática pura, o simples segundos que cruzaríamos para no dejarnos ir.

Aquí me encuentro escribiendo y porque no veo razón lógica que vacíe la poesía aburrida que ronda en mí, escribo porque sólo te veo y te extraño más aún, escribo muchas veces por la impotencia de no tenerte y sentir más ganas de abrazarte… porque no se que sucederá con esta historia que sin querer fuimos escribiendo… donde el destino se las ingenió para cruzarnos, el destino nos acercó, nos recuerda, nos saborea, nos redobla, nos acongoja, nos deslumbra, nos alumbra, nos viste, nos desviste, destino al que hacemos indiferencias simulando creer que tan solo es una simple casualidad… y no creemos que todo ese fenómeno lo creamos nosotros casi sin querer, casi sin desearlo o quizás deseándolo, pero un destino sobre el cual seguimos sorprendiéndonos…

Casi sin conocernos demasiado, muchas veces siento que nada puede llegar a impresionarte de mi cínica manía, siempre sincera me sostengo en la humedad de tus manos y me voy mostrando un poco más, si bien algunas veces necesite gritarte lo que siento… pero es esa locura mía de hacerte feliz aunque sea por un instante, y en esos instantes tu risa contagiosa sea un redoblante en mis oídos… que jamás me aturdiría sino que seria la melodía más tierna que escuche en mi vida y que produzca en mí pedacitos de felicidad eterna…

Caminaría mil veces para atrás para intentar regresar al lugar donde te vi por primera vez… pero esta vez perdería ese miedo, ese pánico que pone sombras a las sensaciones que tu brillo llena de luz…

miércoles, 28 de mayo de 2008

Observándote, te sentí.

El destino una vez más me paraliza frente a tus ojos y mi amarte se convierte en un mar de sentimientos que vibran en mí…Te observé, te sentí. Mi corazón cerrado recuperó la vida que alguna vez le brindaste, y latió tanto, que se salió de mi cuerpo. Lo tomé con mis manos y te lo entregué, dejando de ser sarcástica y siéndote sincera.

El recuerdo del año después de esa tarde, en la que ambos éramos distintos del otro, estuvo presente para demostrar el nocivo viraje. Observándote, sentí y ahí estabas, entre la tiniebla y la multitud, único… y letal es la ofuscación que me producís. Se me precipitó el corazón y lo sentí, porque te sentí tan cerca y tan lejos. En el lugar, por alguna ley científica quizás, estaba situado delante tuyo mi esqueleto casi desvanecido por tanta dosis de veneno inyectado en mis arterias.

No pude evitar observarte, porque así era como te sentía, como respiraba sin aire, como me paraba sin equilibrio, como hablaba sin palabras y como era feliz sin felicidad. En mi piel, en cada roce de tus manos con las mías, un fuerte escalofrío sublime y mortal, sacudía mi mente.

Observándote, te sentí. La crueldad de las circunstancias tan solo me provoca impotencia. Las predicciones no fallaban, y esta vez fue la música quien, en vez de guiar a nuestras acciones, se rigió por ellas, nos supo escuchar, respondiéndonos en consecuencia, pintando de colores momentos que quedarán en la magia de esa noche y esos atisbos traicioneros…

Observándote, te sentí, y las palabras no quisieron ser cronistas de lo que mis ojos describían y tus sonrisas suspicaces dibujaban al derretirme por dentro. Fue simplemente una estrella fugaz en un cielo nublado… Nadie pudo detenerse a prestarle atención a la situación, sólo quienes estaban en las nubes descubrieron la grandeza de la inmensidad de los sentimientos latentes. No me importó la duración, fui la actriz perfecta para la más ficticia escena, porque mientras duró pude creer que sería para siempre, y será un sueño más en la colección… un anhelo que no será almacenado por mi memoria sino por mi alma.

Observándote, te sentí, ya que es tu presencia la que en un segundo, con una sonrisa me endulza y con una mirada me asesina. Sentí que nada era fruto de la casualidad y mucho menos de la razón, y, como corresponsal de mi auténtico espíritu confidencial, estoy encargada de preguntar una y otra vez si es irrefutable que los sentimientos, gracias a su magnitud, tienen la capacidad suficiente como para conseguir ciertos imprevistos en esta vida repleta de acontecimientos contingentes y muchas veces manipulados por las personas.

Observándote, te sentí tanto, que poco a poco un pánico seductor invadió mi sangre, endulzándola como la lluvia del caramelo líquido causa encantos en tus labios o así también como el paso de tu mano acaramelada sobre mi brazo izquierdo sensibiliza mi piel.

Observándote, te sentí y la empalagosa pócima de tu esencia, me desconcertó…atrapó todos mis sentidos, y se adueñó de mis sentimientos… los enfrío perezosamente, los congeló y los guardó para hacerlos inmortales, conservarlos y utilizarlos cuando se le antoje, porque siempre le pertenecerán… Le serán tan suyos como los exámenes sin rendir que el viento se llevó olvidando las huellas gravadas en algún corazón valiente.

Observándote, sentí la magia que tienen tus hechizos al enceguecerme y dotarme de la misma sabiduría que tenían los dioses al predecir, advertir, vengar y castigar. Mi venganza será la más terrible, te amaré eternamente. En mi hazaña no serás partícipe ni víctima, serás criminal. En mi hazaña no impones moda, despertarás sensaciones constantemente. En mi hazaña yo seré el sapo que necesitará ser besado para recuperar la belleza que quizá tuvo reflejada en tus ojos. Todo será bizarro y a la vez nefasto, así ya lo estableció el final de la historia. Quemaré mi razón en cada impulso y, con el pasar de las horas, la lucha será un imposible.

En mi desvelo de madrugada, sigo observándote, sintiéndote, anhelándote, extrañándote, amándote, odiándote… y nunca sabré lo que ha sido vivir, porque “perdiendo la cabeza por ti”, “amándote toda la vida”, únicamente podré saber que fui el ser más feliz de la galaxia, observándote. Mientras tanto, las lágrimas turbias recorren velozmente mis mejillas, la sutileza de mi pasajera felicidad colma el recuerdo latente en mí y me enriquece el ánimo.

Los primeros rayos del sol golpean mis ojos, desbrozan mi pensamiento… aterrizo súbitamente, mis pies se ponen sobre la tierra y caminan en busca de un vaso de agua. La lapicera va perdiendo su tinta, ya que las palabras no quieren mostrarse, para no evidenciar su procedencia. Es el mismo impulso de escribir, el que ahora me hipnotiza, me duerme e intenta provocarme un nuevo sueño… Y soñaré entonces para dormir perpetuamente, no despertar jamás y así convertirme en el ángel encargado del placer de protegerte, cuidando tu moral y tu existencia, siguiendo con el rol de observarte y sentirte una vez más...

Observándote pude sentirte y aprendí a hacerlo conmigo misma. Me sentí y descubrí que soy fuerte, porque me bastó mirarte, rozarte, chocarte, desearte, palpitar, temblar, ser libre y esclava, morir y vivir…sólo en un instante a tu lado, para comprobar que nada es porque sí y todo es porque te amo. Fui sólo una chica, parada frente a un chico, observándolo.

viernes, 25 de abril de 2008

Jugar con fuego

Un día gris, de esos en los que los rayos del sol golpeaban mis ojos, apenas dejándome ver. Era verano, sentía el invierno. Mi rutina cotidiana otra vez, avanzando en el camino paralelo de siempre, como todas las mañanas, como todas las noches.

Una suerte, una desgracia, una alegría y una gran tristeza. La primera oportunidad para la primera impresión, y la segunda muestra para la segunda equivocación.

Las cartas las juega el destino, pero las mezcla el diablo.

Vos por allá, yo por allá, los dos ahí, ayer y ahora. Nada que perder, nada que ganar. Manos vacías, bolsillos llenos. Quieto como el mar y pequeña como la montaña.

Son los segundos clandestinos, esas historias que no se pueden contar, y estallan, por la vibración del sentido.

Es ese maldito colectivo que no tenía que romperse y aquel ebrio que no tenía que robar. Sólo te demorabas, corrí sin rumbo. Una tarjeta que te daba el celeste justo de mi puerta y un abrazo que me disparaba en el celeste justo del corazón.

Bajaste a terminar con lo que no tendría fin, no dormiste hasta contarlo. Seguí en el colectivo recordando a cada instante una por una de las sonrisas, cerré mis ojos para ahogar en mí lo que no podía divulgar.

No era el renglón justo ni la letra celeste para documentar tanta ilegalidad. Aprendimos mucho, y no sabemos nada. Puedo ser feliz, si me asesinas.

miércoles, 23 de abril de 2008

Calidoscopio

Soy la tibieza profunda que respira tu aliento una esperanza en la noche recostada sobre tu pecho.  Un vendaval de colores meciéndote desde el cielo soy primavera dorada en el frío gris del invierno Soy como un faro incendiando las mareas de tu pensamiento soy un recuerdo en la tarde que se lleva el viento Soy un eterno pirata tras el tesoro de tu cuerpo soy como un náufrago errante perdido entre lágrimas y sueños Soy un viajante sin rumbo por los abismos del tiempo un universo sin lunas símbolos ni misterios Soy un guardián enclaustrado bajo murallas de hielo blandiendo ruin, despiadado la daga voraz del silencio Soy como un castillo enhiesto de seda y terciopelo de secretos y temores nieve, cáñamo e incienso Soy abriles y mañanas lluvia, cobalto y fuego lo soy todo y no soy nada siempre queriendo serlo Soy el cáliz de tu boca la densidad haciéndose eco soy el fulgor de tu sombra la imagen de tu reflejo Soy la materia de tu forma la gravedad de tu centro soy como un ocaso sin sol cuando te siento lejos

miércoles, 2 de abril de 2008

Las historias, los sensibles y su hechizo

Toda historia de amor tiene un principio difícil y concluye con su merecido final feliz. Por esta razón, que es puramente lógica, las historias de amor son, sin lugar a dudas, las más hermosas para poder describir, sin importar cuan parecidas sean unas de otras y hasta sin importar si se repite el mismísimo final feliz una y otra vez.

Solamente en un abrir y cerrar de ojos, podemos recordar cientos de ejemplos… Cuando los amados se encuentran en vida o en algún paraíso, cuando los jóvenes se unen, cuando él le dice a ella que la ama y ella lo ama, cuando ella abre sus ojos y reconoce el amor de él, cuando son uno, cuando lo dejan todo, sólo para amarse… el final es feliz.

Un final feliz, aunque suena contradictorio, no cierra una historia de amor, sino que la inicia. El amor lo practican juntos, no separados. Si alguien narraría el suceso de los días junto a la persona que ama, la inmensidad de sensaciones constantes, el sentimiento intacto que se refuerza en cada sonrisa; posiblemente nadie lo leería puesto que no sería ni siquiera atractivo por no tener final y porque directamente el principio ya podría ser considerado feliz, hasta por el mismo narrador. Generalmente, lo que verdaderamente entendemos por “historia de amor”, es el camino que recorrieron ella y él, para alcanzar su felicidad, para amarse.

Claro que es una la historia que los conduce al amor, a sellar el sentimiento, a su encuentro, el encuentro con el ser de su vida, aquella persona compatible, también conocida como ‘mitad’. La mente, el alma, la piel y el corazón se fusionan para detectar a ese ser único para cada uno, esa personita que nos conquista en la mera práctica de ser lo que es, de ser como es. Ese prójimo junto al cual uno jamás va a tener temor alguno, junto al cual somos fuertes y nos atrevemos a creer en la existencia de la prosperidad.

En las prehistorias de amor, podemos entender cómo se detectan uno con el otro, los impedimentos que surgen a lo largo del camino hacia su encuentro, y por último, el gran momento donde nos explican que ‘vivirán felices para siempre’, que nada de lo que hicieron fue en vano, que todo sumó, y que el resultado logrado es el mejor.

No interesa ninguna diferencia de edad, tampoco el tiempo o el lugar en el que vivan ni los rasgos físicos de cada uno, si eso al cabo de unos años cambia y el amor verdadero es eterno. Interesa lo que son y lo que quieren ser, interesa que ella quiera a él y él quiera a ella. Interesa que sea amor. Porque ambos, sienten.

Seguramente, también conocerán las ‘historias de amor imposible’. Ésas, simplemente no han terminado de escribirse y aún poseen hojas en blanco. Por lo cuál, no han empezado, si recordamos que con el final feliz, empieza la auténtica historia de amor, manteniendo su lógico orden de sucesos previos. En cuanto a estas historias de amor que todavía no se han terminado de escribir, la única variable es ésa y nada más que esa, sencillamente, se expresa con la palabra ‘imposible’ a pesar de que ella y él sigan deambulando por el largo camino.

Por lo pronto, desde el prototipo que al menos yo conozco como historia de amor, es esto todo lo que puedo adelantar al respecto. Creo que hace mucho perdí el sentimentalismo, por lo tanto no tendría información depositada ni en mi mente ni en mi corazón, como para conseguir hablar del amor y sus características en mi propio paso por este mundo. En su máximo esplendor, desde mi parecer, el amor sigue siendo una filosofía de vida. Existe, claro que sí. No se responder la mayor parte de las preguntas que competen a su definición, así mismo eso no quita que yo pueda recopilar experiencias ajenas sobre el amor y expresarlas.


viernes, 28 de marzo de 2008

Te extraño tanto, que te necesito

Te extraño como te extrañe la noche que te tuviste que ir de mis brazos... Extraño esa noche tibia, esos ojos iluminando mi piel de madrugada, esa noche en la que tus manitos de ángel maldito me despeinaron con una sutil rapidez fugaz, contemplando la mística de nuestros cuerpos troquelados, la música a mi elección, un amanecer que quedó pendiente y un sitio pasmoso lejos de la ciudad... te extraño tanto como el día en que tocaste mi piel como si fuera una seda frágil y sentí que tenías ganas de apretujarla toda... extraño esos besos que enfurecían a mis labios de ese almíbar que no puedo dejar de beber por que ya me hizo secuaz... porque en esa piel de caramelo, cálida, encontraba esa dulzura que agrietaban mis huellas... Extraño cuando nos pasamos todo el día hablando de tonterías, y las cursilerías eran parte de las carcajadas más sutiles...
Te extraño y te reclamo aunque sea un segundo de tu vida ocupada, un lugarcito, un espacio para mi liviano cuerpo, un sitio para este par de huesos que alguna vez se quebraron frente a vos... Te extraño porque tengo ganas de abrazarte fuerte y decirte que te necesito, te extraño porque tengo ganas de besarte hasta que goteen mis labios, te extraño porque quiero mirarte, para poder así acariciarte con mi cariño más sincero... Te extraño, porque al menos quisiera verte delante de mí y hacerte una vez mío, por un instante, por medio segundo, por alguno de esos lapsos de tiempo limitado que puedas regalarme... Te extraño porque mis ojos están empapados de soledad, tengo frío y necesito tu abrigo....
Te extraño porque no puedo ni siquiera escribir tu nombre, no puedo mencionarte, ni tampoco mencionar aquellos besos que me hicieron temblar, no puedo gritar ni siquiera en silencio que esta locura que me abunda es la misma que me explica porque te siento así... Extraño esas imperfecciones que me motivan a quererte así, extraño tus sonrisas irónicas a mis errores infantiles, y susceptibles, extraño esas lágrimas de odio por no tenerte entre mis brazos seduciéndome... Te extraño aunque te tenga tan lejos, y así me prive de respirarte... Extraño esos olvidos y dispersiones que no me prestaban atención, que me enfurecían por horas, inyectándote de a pasos agigantados en mi mente... Extraño esas lecciones a mi inculta filosofía, que te hacían el más poderoso... y ahora sólo puedo extrañarte... Te extraño, por el claro motivo que te necesito tanto... por el claro motivo de que día a día te quiero más…

jueves, 27 de marzo de 2008

Aún te quiero

Con los ojitos colorados, y con lágrimas saladas de tristeza sin sentido, con la voz ronca cansada, sin ganas de hablar o quizá sin nada para decir… Todavía no entiendo porque tanta agonía, porque tanto dolor asfixiante, que no me deja si quiera mover mis atrofiados músculos... Y sin embargo no me lastimaste pero fuiste el artífice de mi caída, un cuerpo desmoronado sin fuerzas de levantarse, si siquiera habían paracaídas que me salven de este precipicio mortal... Una angustia galopante que colma en estos días de espera, en estos días en que mi mente se encuentra limitada, sin inspiración de escribir algo absurdo, o irracional... no podría describir alguna metáfora romántica, porque hace tiempo perdí el sentimentalismo... y un duelo puso manto gris a una noche radiante, espléndida como una vez me sentí dentro tuyo, y ahora con un velo despedía a mis ilusiones...

Con un hilo de voz que cada vez se iba escuchando menos, y con un grito pendiente que nadie escucharía jamás... Un enigma ficticio de una realidad sagaz y sombría cubrían mi piel de espacios, agujeros donde antiguamente habitaban tus caricias... hoy mis huesos pesan más que el gramo de conciencia que conservo entre recuerdos y deseos; pesan más que esa culpa habitué en mi inconsciente locura, y moverlos me cuesta tanto como mover una montaña de un solo golpe. Qué monotonía abunda en los rincones de mi vida, que no me deja pensar con claridad, qué volcán erupcionó antes de que lo pueda prever y salvar un átomo de mi vida, un añico de mi corazón fundido por la furiosa y destructiva lava de tus olvidos... podría paliar mis injustas conjeturas de mis desesperadas palabras, con un eco infinito pidiéndote a gritos que te quedes aún conmigo... pero un desquiciado pensamiento me prohíbe absolutamente enamorarte, una humillante imagen dolorosa se aparece en mi mente cada cinco segundos y se clava en lo que queda de mi corazón, lastimándome como lo hace un puñal clavado por la espalda .

Con mi cuerpo vencido, deshilachado y agonizante todavía puedo escribir esta fantasía triste de besarte a escondidas con esas ganas de no dejar esos besos, de tocarte con esa sutileza de no quebrarte y recorrer tu cuerpo hasta llegar al mínimo detalle de tu anatomía, de llorar por la impotencia que siento cada vez que estas cerca, por esos estúpidos prejuicios que tanto me hacen temer, que no quise creer y que fueron netamente reales... Y con un cataclismo enfurecido por la ira de mi cuerpo huérfano, desahuciado por la esperanza y la espera superficial, y aún así cansada con esos ojos llenitos de anhelos y lágrimas, sin muchas fuerzas para escribir todavía puedo decir que te quiero con esos defectos que te hacen ser tan especial para mí, con esas dudas que te perturban y no te dejan ver más allá de mi piel, te quiero con esas fuerzas que hoy no tengo ni siquiera para mencionar cuanto es lo que siento...

Te quiero con tus éxitos y tus debilidades, con tus mentiras piadosas y las verdades más dolorosas, te quiero con esas fuerzas de quererte un poco más aún... pero un tanto desorientada por mis razones inútiles de no seguir por miedo a eso que seguramente no lo voy a poder impedir yo, pero las circunstancias marcarán un destino quizá distinto al que soñé alguna vez desde aquella casualidad... porque tanta agonía, porque tan alejados en un segundo podemos sentir que no tenemos limites, que somos prófugos de nuestras fantasías irónicas, y las vez las más perfectas del mundo...

Hoy casi sin fuerzas, agonizando, puedo pronunciar de mis labios agrietados y secos que aún te quiero....